Intenso.


 Sí, soy intenso, muy intenso, demasiado intenso.

Mis pensamientos no van al ritmo de mi cuerpo, el tiempo no va al ritmo de mis pensamientos.
Tengo tantas ideas, y no me creerías sí te dijera de ellas.
¿Sabes que puedo sentir los gérmenes caminar sobre mis manos al tocar algo?
Sí, me he lavado muchas veces, demasiadas veces, incontables veces las manos.
Claro me aseguré de cerrar las puertas, regresé dos veces a comprobarlo.
¿Por qué?
No puedo evitarlo, hay tantas cosas que me he imaginado que podrían ocurrir por dejarlas abiertas,
Y sí, la teoría de la energía inagotable de Tesla me ha quitado el sueño, también tus besos y la razón por la cual me besas de esa manera.
¿Quizás besaste a muchos? ¿Cuántos?
¿10? ¿5? ¿3?
¿Por qué el sol gira de tal manera? ¿Por qué yo soy así?
¿Habrá algo mal?
No, no hay nada malo. Soy raro, único, incrédulo, perfecto.
Soy yo en mis manías, en mi arrogancia inofensiva, en mis preguntas enérgicas.
Sí me he asegurado de inspeccionar tus mentiras, tus verdades, tus frases.
He repasado dos veces, tres veces, diez veces cada uno de los versos que me dijiste, y he escrito y descrito,
Para calmarme, para conciliar el sueño y no pensar entre ellos.
Me he visto con armaduras, con trajes, con coronas y harapos, me he visto sucio, limpio, héroe y villano. Me he visto acompañado, abandonado y querido.
He sido y he dejado de ser; he sido volátil; tranquilo; reactivo y renovable.
He sido imprescindible para el mundo, para las letras, para el amor, y sin duda alguna he sido prescindible.
Cada letra ha caído desde mi cerebro al papel, y mi cerebro en él, ha sido impreso.
¿Por qué? Porque soy intenso, demasiado intenso, increíblemente intenso.
Pero,
¿Ya te lo había dicho?
Oh, déjame repetirlo.
¿No entiendes que mi cerebro late con cada pensamiento, estimulo, y sensación?
Sí, soy intenso.
Permite que calme mis ansías en tu piel, déjame tocarte para que la mía se erice y el sueño llegue.
Apaga cada duda con tus caricias, y cada misterio sin resolver con ese don tuyo mujer.
Déjame perecer en los insondables dominios de tus muslos,
Porque no sé como terminar el calvario insalvable de las ondas psicomotoras que transcurren por mi sistema nervioso,
Y mírame como si fuese normal,
Como sí yo no fuese un espécimen extraño, y dame paz.
Porque soy intenso y los pensamientos me ahogan, pero se silencian inertes
Cuando me sumerjo en los 100 rasgos que me gustan de tu rostro.

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