He decidido pintarte.
He decidido pintarte,
Toma aquellos narcisos y adórnate el pelo,
Colorea tus labios con el jazmín del labial
y desnúdate.
Ve al pedestal junto a la fuente y entrégate
a la luz crepuscular.
Hay algo en esa boca mezquina, seductora y
carnosa,
Algo en la curva de tu espalda que se
tuerce con la postura y realza tus glúteos,
Algo en tus cejas, en tus párpados y pómulos.
Hay algo en ti mi deliciosa musa,
Algo en tu mirada profunda que se
extiende a tu poderosa sonrisa.
Duerme bajo la tarde rojiza y el horizonte
plateado que bebe la luz de la luna,
Duerme susceptible, mientras yo me lleno de
tu belleza.
Porque trazaré en el lienzo tu terso rostro,
tus lustrosos pechos oscuros,
Tu mullido vello púbico como la corona
antigua de un cofre oculto,
Y la ligereza de tus pestañas.
Duerme que soy artista cuidando la beldad
que rebosa tu facción que se acorta en los sueños,
Y renace en mueca nueva cuando despiertas
austera, libre y única.
Duerme que Caravaggio te mira y llora
porque no tuvo modelo tal
Para sus claroscuros, y Miguel Ángel rompe
a David, porque en la biblia no hay reina que compare
Tu amenidad.
Porque si el nacimiento no fuera de una Diosa,
el tuyo lo sería,
Y yo te tengo, te toco con mis dedos como
mis pinceles,
Con mis ojos como cámaras fotográficas, y con
mi mente como transfiguración química.
Consagro el arte en tu existencia, y en tu
existencia consagro mi arte, y el ciclo se cierra,
Y la leyenda se frustra, porque no hay
mentiras en el relato,
Y la pintura se corre.

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