Alas Negras.

 




Nunca he querido fama.


Me parece tan ínfimo el reconocimiento, he soñado despierto con contribuir al desarrollo del pensamiento,


A que mi nombre no se pierda en el olvido,


Pero no a la fama.


No deseo que la gente hable de mí por mi estilo, más bien deseo que lo hagan por mi mente,


Y por los caminos donde desembocaron mis neuronas.


Siempre he tenido alas negras, ni siquiera los dioses han querido volar conmigo,


Pero no sufro por eso.


Sufro por la capacidad perdida de mejorar al mundo, por los paisajes que sólo habitarán en estas letras que nadie lee.


Siempre he tenido alas negras, plumas que se pierden en el negror de la noche del desvelo de la insensatez.


Pero aún así me elevo, y surco un cielo solo. Porque el azul me ha abandonado.


Perdón, no me ha abandonado, más bien, nunca me abrió sus puertas.


De nada vale lo póstumo, y los misterios sin resolver.


Los muertos no hablan desde la tumba, y las bocas silentes jamás susurran.


Cuando el frío llegue y los labios se hallan sellado, no remuevan cenizas de algo que jamás fue, y jamás será.


Que perduren mis alas oscuras selladas en la madrugada donde siempre vivieron, y aletearon con el ajetreo de los juicios sin nombres.


Mejor déjenlas muertas, arrancadas y apiladas.


Porque no deseo que ninguna pluma sea movida, y mucho menos recordada.




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