Verte es un placer.
Es un placer verte,
La curva de ti hace eco en mis sentidos.
El bálsamo de tus labios me ha cubierto los poros,
Y se derrite.
Yo vibro con cada átomo tuyo que choca con los
míos,
Y tu saliva, tus ojos, y tu ser…
Se fusionan conmigo.
Somos ángeles queriendo perecer,
Energías que transmutan y se convierten, y se
elevan.
No obstante, sigo exaltado por contemplarte.
Esa torcedura de tus labios tortuosos, esas
caderas ricas y sencillas;
Se abren en mi cerebro como un sueño único,
Las voces me envuelven y me seducen de la misma
manera que lo hacen tus dedos,
Y mirarte sigue exponiéndome, perturbándome,
excitándome.
¡Oh, princesa!
Baila sobre mí como sí el universo tocase música,
Como sí las alabanzas unicelulares fueran tuyas.
Porque es un placer verte.
Verte temblando mientras muerdes mis carnes,
Verte riendo mientras sucumbo ante tus infinitos
irises,
Verte mojándome, amándome, cediéndome.
Pero, verte mujer, es un placer.
El placer de querer ser ángeles y perecer.

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