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Mostrando entradas de abril, 2024

Flor Oscura.

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  Sueño contigo, flor oscura de manantiales ocultos. Que te abres sobre aquel claro inexplorado, en el campo azul de un bosque insólito. Sueño contigo, porque estás lejos, y no te encuentro. Pero sé, que cuando entre de nuevo a tus dominios. El murmullo de tu manantial inundará mis oídos, tu aroma floral me hipnotizará los sentidos, y ese néctar azucarado me adormecerá los pensamientos. Porque no hay tiempo en tu espacio inhabitado, y no existen penas en tu oscuro cuerpo. Sí consumo tus carnes y me bebo tus besos, ¿Qué podría destruirme que no sean tus propios pétalos? ¿Qué podría enojarme que no sean tus propias inseguridades? Ay, mi dulce flor oscura que duermes en el día y retozas en la noche sobre mis campos eliseos. Canta una vez más aquella canción silenciosa, y pídeme que te arranque la flor, para regar semillas por el mundo, y recoger tus retoños, como el maíz del campo, Sólo que, más maduros, más volubles y deliciosos
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Bebe de mí Absorbe mi piel con cada centímetro de tu cuerpo. No dejes nada, es que quiero entrar en ti, Abrirme paso por tu interior como la sangre se conduce por las venas. Voy a tu centro y continúo frente a ti. Miro tus arqueos, Tu cintura moviéndose como vaivén Meciéndose con el viento. Entonces lo veo. El fuego que arde en tus ojos, La humedad que humedece no solo tus labios superiores, Las manos que te recorren. Broto en ti, y me detengo por un momento. Estoy floreciendo en tus tierras ceremoniales, Fluyendo como un río en tus cauces. Y me besas. Bebe de mí. No sólo con tu boca y con tu piel, Sino también con tu interior. Estoy haciendo un árbol de sensaciones con las ramificaciones de tu cuerpo. No, no te relajes. Sigue cantando mientras soy una ola. Una que te golpea la orilla del ser, Un viento que sacude tu nido de placer. Quiero iluminarme con la luz de tus ojos. Esas estrellas que preceden tus pechos, y su pico. Esas colinas que encuentran su cúspide al rosa. No me detengas...

Cherry.

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  Entra, deja que te observe. Las curvas sutiles siempre fueron apetecibles, Y el rojo de las mejillas demasiado provocativo. Entonces, deja que te palpe y dame un gusto. Las Delicatessen saben mejor a solas, y tienes para más de una ocasión. Moja esos labios con un poco de Fondue , y gime. Los mordiscos leves me erizan la piel, pero me gusta que lo hagas fuerte. Porque entro, y me arropas, me tienes, me ajustas las sienes. Entonces me bamboleo, te acaricio, te consumo. ¡Ah, Cherry ! La música de tu arco resuena, y me mareo cuando te poseo. Cada cántico que enerva la atmósfera es un concilio con los dioses, Y la espesura suave de tu cavidad me produce escalofríos. Deja que mi estirpe ramifique tu interior, Deja que el cúmulo se desborde.

Verte es un placer.

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  Es un placer verte, La curva de ti hace eco en mis sentidos. El bálsamo de tus labios me ha cubierto los poros, Y se derrite. Yo vibro con cada átomo tuyo que choca con los míos, Y tu saliva, tus ojos, y tu ser… Se fusionan conmigo. Somos ángeles queriendo perecer, Energías que transmutan y se convierten, y se elevan. No obstante, sigo exaltado por contemplarte. Esa torcedura de tus labios tortuosos, esas caderas ricas y sencillas; Se abren en mi cerebro como un sueño único, Las voces me envuelven y me seducen de la misma manera que lo hacen tus dedos, Y mirarte sigue exponiéndome, perturbándome, excitándome. ¡Oh, princesa! Baila sobre mí como sí el universo tocase música, Como sí las alabanzas unicelulares fueran tuyas. Porque es un placer verte. Verte temblando mientras muerdes mis carnes, Verte riendo mientras sucumbo ante tus infinitos irises, Verte mojándome, amándome, cediéndome. Pero, verte mujer, es un placer. El placer de querer ser ángeles y perece...

Querida Existencia.

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  ¡Oh, querida existencia! ¿Hasta qué punto me seguirás demostrando que el dúctil del vuelo de un pájaro es incluso más prodigioso que el ala de un avión? Seguiré yo pues, desvaneciéndome en las ideas insignificantes de mi mente, Hasta que me reproche todo y tú; Con el resplandor del astro, me calientes los miembros con el simple hecho de acercarlo, Demostrándome así, que la identidad y la estancia de la vida son más que suficientes Para valorizarlo todo. Porque lo es el bosque con el chirrido errante de los ríos, El murmullo del ciervo y los filamentos de las redes de la araña, El roído de la ardilla, la lamida del lobo, y el silencio del reno. Lo llevan las mujeres en el brillo oculto de sus ojos, en la suavidad de sus cabelleras, Y en la fertilidad de sus vientres. Yo mismo lo encuentro en mí; Dentro de las alucinaciones que mantengo y en donde formo parte de un círculo, En donde creo que mis pobres trabajos pueden enorgullecer al mismísimo Withman, Al excéntrico W...

Creo.

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  Creo en la sinfonía de la vida; En el vals del ciervo, y el minué de la ardilla. Creo en ti; en esos ojos poderosos y esos labios mezquinos. Creo en el amor, en la belleza, en las letras. Creo en el credo de la música de la tierra y en los murmullos del bosque. Creo en el silencio, en la palabra escrita, en el ritmo del acto sexual y el movimiento de las neuronas, Creo en la antítesis del universo, en la belleza de la materia, Y la influencia de la anti-materia. Creo en la energía, en la mentira y en la verdad. Creo en cada una de mis partículas, en la consonancia de mi nombre, Y en el placer de la dopamina. Creo en la curva de tu cintura que se rompe con la postura, Creo en la sensación eléctrica de tus dedos. Creo en tus besos, en tu lengua y su saliva. Creo en cada partícula de oxígeno que bombea tus pulmones, Creo en tu vientre y su promesa, Creo en los versos que se componen, En los versos que se arruinan, y en la voz Que canta cada partitura como una flauta. Creo en mí, en ...

¡Shhhh!

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Shhhhh, ¿Sientes el tacto? Soy yo, el Dios del bosque encantado. Aquel que tiene bucles negros como el azabache, y la voz gruesa y enérgica como tambores de guerra. Aquel que se viste con sombras y luces ininteligibles, que con sueños púrpuras y mentiras va por tu jardín como un príncipe impertinente. Sí, soy yo, quien lleva el rostro cubierto por una barba hecha de hilos de carbón, Haciendo temblar el firmamento con versos de potestades antiguas. Así que, no te asustes y permite que entre. Shhhh, ¿Sientes el roce? Nací con el don de la palabra escrita, De la mirada profunda portadora del iris color miel, y de la astucia del zorro de la primavera. Anunciando leyendas proscritas, y Dioses risueños e inmisericordes, Deseando no haberte encontrado, mortal. Porque llevas el cabello suelto, la boca extendida y la expresión insegura, y me seduces. Me seduces porque ardo en la necesidad de cuidarte, De envolverte, de consumirte. Me seduces porque soy débil para ser malo, para ser cruel, para ...